La vida dentro y fuera del hogar cambia por completo cuando toda tu casa está a tu disposición en la pantalla de tu teléfono.
Ir a trabajar y que las luces y la calefacción o el aire acondicionado se apaguen solos, acceder a la vivienda sin llaves, olvidarse de tener que encender o apagar la luz al entrar a la cocina o poder tener el dormitorio a la temperatura perfecta cuando llegas de un largo viaje en plena ola de frío siberiano… son ventajas que también redundan en el bolsillo gracias al ahorro que el uso del Big Data del hogar pone a disposición del usuario de una casa inteligente.
Seguridad y Ahorro
A medida que vamos integrando diferentes elementos, las posibilidades de gestión se multiplican y los resultados pueden repercutir incluso en el bolsillo.
Cuando podemos controlar cada sistema de aire acondicionado, o bien encender y apagar la calefacción de gas las posibilidades de confort y ahorro se disparan.
Una casa inteligente genera un mar de datos que, bien utilizados, nos permite seleccionar el periodo perfecto de climatización o atender la demanda de agua caliente sólo en determinados momentos, lo que nos ayuda a mantener a raya el gasto en energía amortizando de paso la inversión.
Cada día puede ser diferente y si conocemos nuestras rutinas y horarios podemos optimizar la producción de agua caliente para que está esté disponible temprano los días laborables, pero el termo eléctrico o la recirculación se apague cuando sabemos que no habrá demanda de agua.
Unos minutos de reflexión y configuración pueden suponer ahorros importantes sabiendo que una vez configurado a nuestro gusto el sistema realizará las tareas por nosotros sin que tengamos que preocuparnos.
Si aprovechamos la información de los sensores de movimiento descubriremos que disponemos del sistema de alarma más avanzado en el que podemos cerrar las ventanas y puertas para atrapar al intruso hasta que llegue la policía.
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